Vale la pena pagar la anualidad de una tarjeta de crédito

Descubre cuándo conviene pagar la anualidad de una tarjeta de crédito, qué beneficios tiene y cómo evaluar si la inversión es adecuada.

Vale la pena pagar la anualidad de una tarjeta de crédito

La anualidad de una tarjeta de crédito es una comisión que algunos bancos y emisores de tarjetas aplican a sus usuarios una vez al año por el simple hecho de contar con el plástico activo (servicio financiero), sin importar si lo usas o no. Este costo puede variar ampliamente: desde tarjetas básicas con anualidades cercanas a los $500 pesos, hasta tarjetas premium que superan los $10,000 pesos anuales. El objetivo de esta comisión, según las instituciones, es compensar los servicios, beneficios y programas de recompensas que la tarjeta ofrece.

¿Vale la pena pagar la anualidad?

Responder a si vale la pena pagar la anualidad de una tarjeta de crédito requiere un análisis personal. Todo depende de qué tanto aproveches los beneficios incluidos en la tarjeta. Algunas personas pagan miles de pesos al año por tarjetas que ofrecen acceso a salas VIP, seguros de viaje, puntos o cashback, pero si apenas usan esos servicios, el valor recibido no compensa el gasto. Es fundamental que compares lo que te cuesta con lo que realmente obtienes a cambio. Si no haces un uso intensivo de los beneficios, probablemente haya alternativas sin anualidad que se ajusten mejor a tu perfil financiero.

Beneficios de pagar la anualidad de una tarjeta de crédito

Pagar la anualidad de una tarjeta de crédito puede tener sentido si realmente aprovechas todo lo que incluye. Algunos de los beneficios más comunes entre las tarjetas que cobran anualidad son:

  • Programas de recompensas: acumulación de puntos, millas o cashback por cada compra.
  • Acceso a salas VIP en aeropuertos internacionales, ideal si viajas con frecuencia.
  • Seguros de viaje, de auto o de compras incluidos sin costo adicional.
  • Descuentos exclusivos en marcas de lujo, boletos de avión, hoteles o experiencias.
  • Atención personalizada o concierge, útil para resolver trámites o planificar viajes.

La clave está en que el valor económico que representan estos beneficios sea mayor que la anualidad de la tarjeta. Por ejemplo, si obtienes más de $3,000 pesos en beneficios por una tarjeta cuya anualidad es de $2,000, probablemente estés haciendo una buena inversión.

Cuando SÍ pagar la anualidad de una tarjeta de crédito

Pagar la anualidad sí conviene en los siguientes casos:

  • Viajas constantemente y utilizas servicios como salas VIP, seguros de viaje o asistencia en el extranjero.
  • Gastás lo suficiente para acumular muchas recompensas que luego usas: boletos de avión, cashback, etc.
  • El banco permite bonificar la anualidad si cumples con un gasto mensual mínimo.
  • La tarjeta te otorga beneficios exclusivos que usas con regularidad, como preventas, experiencias o descuentos relevantes.
  • Estás construyendo tu historial crediticio con un producto sólido, y la tarjeta en cuestión te da acceso a líneas de crédito más altas y promociones exclusivas.

En estos casos, pagar por mantener una buena tarjeta activa puede ser una estrategia inteligente.

Cuando NO pagar la anualidad de una tarjeta de crédito

En cambio, no vale la pena pagar la anualidad de una tarjeta de crédito si:

  • No usas los beneficios que la tarjeta ofrece o lo haces de forma muy esporádica.
  • Tus gastos mensuales son bajos y no justifican una tarjeta con beneficios premium.
  • Existen tarjetas sin anualidad que te ofrecen lo mismo que estás buscando.
  • No estás dispuesto a hacer cuentas para verificar si realmente te conviene.
  • Solo necesitas una tarjeta para emergencias o compras básicas.

Por ejemplo, si tu tarjeta cobra $1,800 pesos al año y solo obtienes descuentos o recompensas por un valor de $400, estás perdiendo dinero. En ese caso, cambiar a una tarjeta sin anualidad sería una mejor decisión.

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Alex
Alex

Mi nombre es Alex Villavisencio, estudié contaduría y finanzas en la facultad de contaduría y administración de la UNAM. Desde el inicio de mi carrera me enfoqué en las finanzas corporativas y la administración de negocios y conocí las finanzas personales cuando colaboré como asesor en la CONDUSEF. En esta dependencia aprendí sobre productos financieros, educación financiera y defensa financiera.